Para un aficionado al ciclismo, el Tour de Francia es como volver al pueblo, la patria chica de la infancia pasada, otro verano y reencontrarse con los amigos de toda la vida. La memoria de pasadas alegrías y tristezas, de perdidas y encuentros, genera un totum revolutum de emociones que se mezclan y sacuden cada rincón de nuestro ser.
Así me hace sentir la etapa de hoy, la primera de los pirineos, con final en Bagnères-de-Luchon. Bagnères está en la historia del Tour desde 1910, cuando acogió la llegada y la salida de las dos primeras etapas de alta montaña del Tour de Francia, ganadas ambas por Octave Lapize. Esta ciudad termal, conocida como la “Reina de los Pirineos”, me acogió durante un par de días en 2012 y fue la base desde la que asaltamos el Port de Balès, el punto culminante de la etapa de hoy.
En el Port de Bales fue donde Alejandro Valverde atacó, también en 2012, y se quedó en solitario en cabeza, tras liderar una fuga que fraguó en el descenso del puerto de Menté, el primero de la jornada, consiguiendo en la estación invernal de Peyragudes (en la falda del Peyresourde) su victoria más brillante en el Tour de Francia.

Altimetría de Port de Balès desde Mauleón-Barousse como se asciende en la etapa 16 del Tour de France 2014
Port de Balès arranca en Mauleon-Barousse con un kilómetro violento al 7% para luego proporcionar al cicloturista un bellisimo paseo por Ferreres, Chalet Saint-Nérée hasta Granges de Crouhens donde ya la ascensión entra en sus últimos kilómetros 11 kilómetros de gran dureza plagados de rampas al 12-13% que dejan los porcentajes medios de los kilómetros reducidos a un pálido reflejo de la auténtica dificultad de la ascensión.
El paisaje es impresionante: La reserva natural del Valle de Baruosse brinda a cada momento unas visiones increibles de alta montaña, fauna salvaje imperturbable por el paso de los ciclistas (dos coches vimos en las casi dos horas de ascensión y uno en la fulgurante bajada de vuelta a Mauleon). Una belleza que me impresionó vivamente aún después de haber conquistado dos colosos como Col de Tourmalet o Col de Aubisque, entre otros, en los días anteriores.
Estos gozosos recuerdos de esfuerzo y “gloria” se mezclan con otros más dolorosos: los de aquel 18 de julio de 1995, en que Fabio Casartelli sufrió un accidente mortal durante el descenso del Col de Portet d’Aspet que se asciende en el ecuador de la etapa de hoy. Las imagenes en la retina del cuerpo del ciclista sin casco sobre la carretera todavía me ponen los pelos de punta y el recuerdo de la neutralización de la etapa, con los ciclistas rodando en grupo el resto del día y el equipo Motorola al que pertenecía Casartelli cruzando la línea de meta en conjunto, me deja en el cuerpo una angustia fúnebre.

En 1997 se erigió en el lugar de la tragedia este recuerdo a Fabio Casartelli. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons.
De estos mimbres está hecha la memoria y así es la vida. Fugaz y apasionante… como la etapa que disfrutaré hoy en compañía de mi compañero de rutas Javier.